viernes, 11 de abril de 2008

¿Realmente te gustaría estar en mi lugar?

¿En serio quieres ocupar mi lugar?

Mira, a mí seguro que en algún lugar me has visto, y me recuerdas...

...porque a donde voy... cuando llego... alguien se adelanta a abrirme la puerta. En el estacionamiento, los "viene vienes" me tienen reservado un lugar juntito a la puerta, pegado y en la sombra; además, es más amplio el cajón de estacionamiento y así no me preocupo de los rayones o los portazos que le pueda dar un despistado a mi McQueen.

En los restaurantes y teatros, en varios lugares, hay un baño para mí solito: limpio y con más espacio, nada de que entras y tienes que agarrar la puerta porque no cierra, o eso de que está todo mojado... noooo, ese inodoro está siempre limpio y es sólo para unos pocos: la puerta está cerrada con llave que alguien corre a buscar en cuanto ven que quiero usar los servicios sanitarios.

En muchos lugares, y seguro que también te ha tocado ver... no hago filas, paso directo a la ventanilla (y a veces hasta sale de atrás del mostrador el empleado porque no quiere que yo me esfuerce en hablar más alto para que me escuche).

Ah y claro, en el cine o el teatro, en los conciertos y espectáculos públicos muchos se enojan, realmente se ponen rabiosos, pero paso también sin formarme y me espera un reservado usualmente en primera fila o en un lugar donde nadie me tape la vista: tengo garantizado que veré el espectáculo con mi acompañante.

En fin, yo creo que sí me recuerdas, sí me has visto, y en una de ésas tú eres uno de los que se han quejado por mis privilegios... o de los que han ¡puesto su coche en mi cajón de estacionamiento! Sí, cómo no, alguna vez, ¡seguro! Ya sé, ya sé, todos los otros lugares estaban ocupados o le iba a dar mucho el sol a tu coche... o nada más no querías caminar tanto y por eso te estacionaste en mi lugar.

¿Está padre, verdad? ¡A que me tienes envidia! Pero...

¿En realidad te gus
taría estar en mi lugar?


¡Te cedo mi asiento!

Para que pruebes aunque sea unos minutos lo que me da tantas atenciones en algunos lugares, te presto una silla de ruedas, bueno, dos, para que tú y alguien más las usen unos minutos y experimenten completo el privilegio de ser una persona con discapacidad.

Te reto... vamos, juégate una carrerita con el otro que se anime... acomódense en la silla, bien, eh, sin trampa... ¡no se vale mano negra! en este caso, pierna negra... no pueden bajar los pies por ninguna razón, recuerden que por unos minutos no podrán moverlos.

¿Listos?... En sus marcas... listos... ¡FUEEEERAAA!

¿Ya viste? no es tan fácil ni tan bonito como parece... Ja... Te aseguro que nunca pensaste que ese escaloncito se sintiera como muralla, ni que la rampa fuera tan difícil de subir... ah, y mira qué sorpresa, hasta las ranuras en el suelo te costaron un esfuerzo... ¿el empedrado no se pudo? Noooo, claro que sí.

¡Sí-se-puede, sí-se-puede!

VEN, ACOMPAÑANOS


Te espero el sábado 12 de abril, de las 10 de la mañana a las 5 de tarde en el zócalo de Cuernavaca, frente al Palacio de Gobierno.

Ahí estarán las sillas de ruedas para que practiques este nuevo deporte extremo. No te pierdas la oportunidad. Aprenderás algo y será divertido. Ven a la expo Muestra-T y juega y aprende, como en el museo del niño Papalote.

Nuestros jóvenes voluntarios y los scouts del Grupo 21 de Cuernavaca serán los encargados de animarte a vivir la experiencia y cuidar que no te lastimes. Andale... pruébalo.

Luego, si conoces a alguien que necesite una silla de ruedas y no tenga medios para pagarla, nos dices y veremos el modo de ayudar para que reciba una de esas dos sillas que usaremos para la carrera. Tendremos ahí un buzón donde puedes poner los datos de esa persona que necesita ayuda.

Yo tengo esclerosis múltiple y antes caminaba sin ayuda. Luego utilicé un bastón para apoyarme, después una andadera, y ya hace como 10 años -tras caerme aparatosamente un montón de veces- alguien de mi familia me donó una silla de ruedas, que sirvió algunos años, y luego fue sustituida por otra nuevita que me dio mi barrio, el Barrio Loma Hermosa de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días en la Ciudad de México...

Y esa silla, mi segunda, acabó casi cayéndose en pedazos de tan útil que me fue, pero el año pasado llegó su relevo: una silla un poco más completa y adecuada a mi condición de no mover las manos, y esta nueva silla también llegó como un regalo de los miembros de mi Iglesia, pero como soy muy bendecido por mi Padre Celestial, y también mi familia en Yucatán -aunque no nos hemos visto en años- hizo un depósito para que se pagara la misma silla. Y mi carnal Oscar por supuesto que ya se había mochado antes que los otros... pero las ayudas me sirvieron para cubrir otros gastos primordiales (que tengo muchos)...

Así que...

Yo sé cuánto se necesita una silla de ruedas... cuánto ayuda... y qué bien se siente cuando no puedes comprarla y otros te dan la mano... Agradezco enormemente los gestos de apoyo que he recibido siempre y hoy quiero agradecer este beneficio ayudando a otros.

Ayúdame a lograrlo. Ven a la expo Muestra-T, súbete a la silla y juega, pero piensa bien...

¿realmente te gustaría estar en mi lugar?


NOTA : Este texto está redactado íntegramente por Ana Silvia, a partir de las conversaciones conmigo. Para que no piensen que soy muy hábil con la computadora ¡y con las palabras!

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena reflexión la que provoca su escrito.
Lo que hacen usted y su esposa es una labor digna de admiración, ojalá mucha gente les acompañe en este evento.

Un abrazo desde Monterrey.

Diana