viernes, 19 de octubre de 2007

Feliz cumpleaños a mí

Ayer cumplí 44.

No he escrito un libro. No sé si una tesis que no encuentro cuenta en este apartado.

Ya tengo un hijo, que hoy está resfriado y ni así deja de contarme historias y hacer planes.

Sembré un árbol. Creció mucho.

No recuerdo quién recomendó aquello de escribir el libro, sembrar el árbol y tener el hijo, pero para considerar una vida productiva o para algo así siento que no he avanzado nada y quedan tantas cosas por realizar.

Esto me parece sólo el principio, que si bien no he escrito un libro, quiero realizar mucho más cosas en la vida; tener otros hijos también.

Ayer me sentí extraño. No sabría decir si triste o simplemente indiferente. Quizá me estoy poniendo viejo.
Quizá me están pegando los años.

Me preocupa perder pelo. Me sorprende encontrar canas en mi barba. Me desconozco al ver "líneas de expresión" en un closeup.

Me emociona la felicitación de mi hijo, aunque fue mi cumpleaños sin pastel y sin globos. Me sentí feliz celebrando con un paseo bajo la fina lluvia de otoño que mojó apenas el zócalo de Cuernavaca, donde se escuchaba rítmica La Bamba al anochecer.

Un regalo especial ha sido hablar con mi sobrina recién estrenada como madre, y con mi madre misma, repetida como bisabuela con este nacimiento.

El detalle sobresaliente de mi día ha sido leer un saludo de alguien que quizá no sabía de mi cumpleaños y sin embargo, tuvo el don de ser el mensajero que me hiciera sonreír a plenitud.

Mi amigo Ricardo Rubio, quien vive igual que yo con esclerosis múltiple, me hizo llegar unas líneas por demás significativas, que comparto con satisfacción, y lejos de sentirme presumido me siento profundamente agradecido y comprometido con quienes creen en mí.

El día 18/10/07, Ricardo Rubio escribió:
Hector, la verdad es increible lo que haces por nosotros y algun día se que dios te lo recompensara de igual forma a como te lo agradecemos tus amigoa aqui en tierra. Gracias Aedios.
A los 44 me siento igual que antes, pero no me quedo en el pasado. Pienso en lo que se puede hacer, en las opciones, en los caminos que tengo por delante. Pareciera que no tengo cabeza para pensar, como cuando debí seleccionar carrera.

Pero creo que lo más importante es agradecer a Nuestro Padre Celestial por un año más de vida y muchos aprendizajes, pidiéndole que cada mis años por venir sea lleno de prosperidad y buenos proyectos, en beneficio de todos.

Pido a Dios que me dé la inteligencia y la sabiduría para seguir sirviendo al prójimo, en el nombre de Jesucristo. Amén.