martes, 3 de julio de 2007

Vengo a hacer escuchar mi voz

Testimonio enviado para ser leído en la Primera Audiencia Pública
LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD EN EL DISTRITO FEDERAL

Vengo a hacer escuchar mi voz, a veces no muy clara por el esfuerzo de regular la respiración al hablar.

Quiero hablar de mí, de mi derecho a vivir, de mi deseo de seguir siendo económicamente productivo.

Cuadrapléjicos en condiciones similares a las mías levantaron su voz. Ramón Sanpedro es el más conocido de ellos, pero él peleaba un derecho a morir.

Yo, a diferencia absoluta del español, quiero vivir.

Amo la vida, y aprecio la enseñanza que mi discapacidad me da de valorar la vida y disfrutar cada instante y cada mom
ento; peleo por seguir viviendo.

Soy Héctor Manuel García Caballero, tengo 43 años de edad, y padezco esclerosis múltiple desde los 19.

Hace diez años estoy en silla de ruedas y hoy sólo controlo mis movimientos del cuello hacia arriba.

Estudié medicina veterinaria en la UNAM.

Ejercí mi profesión con entrega… hasta el día en que mis manos dejaron de ser útiles.

Dejé mi vida de doctor de mascotas.

Me retiré siendo un adulto joven, fuerte, al que la discapacidad le quitó oportunidad.

Hoy, no recibo pensión, a pesar de no mover piernas ni brazos y no ser apto para mi profesión.

Los veterinarios rara vez somos asalariados. Mis doce años de trabajo independiente no aseguran mi vejez.

Me convertí en telefonista y desde 2001 tengo derecho al Seguro Social, que me niega pensión argumentando la antigüedad de mi discapacidad, pero en mi caso, el padecimiento ha sido progresivo hasta la invalidez.

El empleo como telefonista es el único que estaba en posibilidad de conseguir y desempeñar.

A juicio del IMSS, al tomar el trabajo mi discapacidad era la misma que hoy y dicen que puedo seguir así.

Sí, soy el mismo discapacitado.

Que requiere ayuda hasta para beber agua. Que no puede moverse por sí solo diez centímetros de la posición en que lo colocan.


El mismo que -aún para ser telefonista- solicita a otros que hagan lo que con mi cuerpo yo no pu
edo.

Mi empleador no me despedirá.

Tengo un permiso casi permanente para ausentarme y permane
cer en Cuernavaca, donde intento vivir siendo útil a mis semejantes, como un jefe de familia.

Estoy formando una familia: la que por convicción evité en mi juventud, pero que hoy a pesar de mi condición tengo oportunidad de hacer en mi edad adulta.

El único patrimonio que ofrezco a mi mujer y a su hijo: es mi deseo por seguir viviendo, respetar las leyes y trabajar.

Paradójicamente, mi país me descalifica para ser igual que todo ciudadano.

Mi calidad de profesionista es obstáculo y no aliciente.

La carrera que elegí debió darme oportunidad de formar un patrimonio, pero mi enfermedad es desgastante y se comió uno a uno todos mis sueños.

Como familia también somos vulnerables, pero por edad, educación, y condición fuera de matrimonio, se nos descalifica para recibir ayudas gubernamentales.

El deseo de superación que nos hizo universitarios nos elimina de la lista de necesitados.

Siendo madre soltera, ella no es candidata a programas asistenciales por tener pareja, que soy yo.

La discriminación laboral por edad es otro freno en nuestro plan de vida. Somos un veterinario/telefonista sin derecho a pensión y una periodista/madre desempleada.

Mi enfermedad es incurable, crónica y de tratamiento excesivamente costoso. Apelo a mi
derecho a pensión y a garantizar mi atención médica.

Como lo establece la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad(1) en su Artículo Cuarto, insto a que se tomen las medidas pertinentes para modificar leyes, reglamentos, costumbres y prácticas que dificulten el acceso a los beneficios legales de los discapacitados.

No tengo pensión porque la ley no considera situaciones extraordinarias como la que me llevó a dejar mi profesión.

Los insto a que hagan posible el cambio.

Les pido que tomen en consideración mi dicho, que se muevan del modo en que yo no puedo hacerlo.

Nací en la Ciudad de México, crecí jugando en los alrededores del Monumento a la Madre, ahí aprendí a patinar. Vi cambiar el cielo muchísimas tardes en un edificio de Antonio Caso.

Quiero que mi ciudad siga siendo un lugar donde la gente puede vivir.

Vengo a pedir que cambien las reglas en mi ciudad y en mi país, las reglas que nos excluyen a unos pocos por ser diferentes.

Vengo a pedir que se respete el derecho a vivir. Mi derecho a vivir.

MVZ Héctor Manuel García Caballero
Ciudad de México, Miércoles 13 de junio de 2007.

(1) Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad Artículo 4. Obligaciones generales 1. Los Estados Partes se comprometen a asegurar y promover el pleno ejercicio de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas con discapacidad sin discriminación alguna por motivos de discapacidad. A tal fin, los Estados Partes se comprometen a:

b. Tomar todas las medidas pertinentes, incluidas medidas legislativas, para modificar o derogar leyes, reglamentos, costumbres y prácticas existentes que constituyan discriminación contra las personas con discapacidad;

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Es verdaderamente trágica su historia, particularmente por el hecho de que le puede pasar a cualquiera.
¿Qué opina usted de Ramón Sanpedro? Sé que usted desea lo opuesto a él pero ¿Cree que él estaba equivocado? ¿En algún momento pensó como él?
Si decide seguir luchando, le deseo la mejor suerte posible, y que su caso pueda ayudar a hacer una diferencia.

Héctor M. García Caballero dijo...

Mi historia efectivamente le puede pasar a cualquiera. No me siento ni más ni menos que nadie. Pero trágica no la veo, solamente difícil.

En cuanto a Ramón Sanpedro, ¿qué opino de él Pues que nunca aceptó su situación, que en ese caso sí es trágica porque provino de un accidente, y aunque se mantuvo llegó a cansarse y por eso decidió finalizar y dejar de seguir vegetando, que realmente no vegetaba, sólo no se movía.

De que si alguna vez pensé como él, por momentos puede ser que sí, cuando la desesperación, la depresión y la decepción te ganan. Sí, uno llega a pensar eso pero afortunadamente la vida vale tanto que no hay nada que valga dejarla sólo para seguir progresando (además no tengo quién me eche la mano), sólo hasta que te toca o hasta que hemos cumplido nuestro tiempo, y eso lo decide Dios, por eso estaba equivocado Ramón, no es decisión de nosotros.

Le agradezco los buenos deseos, y continuaremos aunque pueda flaquear por momentos. Siempre hay buenos estímulos para continuar. Me gustaría saber su nombre y decirle señor, señora.

Hasta pronto. Comentarios como el suyo siempre son bienvenidos.
Suerte

MVZ Héctor M. García Caballero

Anónimo dijo...

Mi querido doctorcito

Eres una gran persona y te aprecio mucho, de verdad si puedo ayudarte en algo lo hare con mucho gusto, asi como tu yo tambien soy discriminada por ser transexual, pero independiente de todo eso, eres mi amigo y te aprecio muchisimo

te mando un beso a ti y a tu pareja y recuerda que tienes una amiga en mi

con mucho cariño, tu amiga michelle

Anónimo dijo...

Hola, espero se encuentren muy bien. Hasta hoy tuve oportunidad de leer
algunos de los correos, ya que tanto mi computadora como yo no hemos andado
bien. De hecho acabo de salir de estar internada.

Me encanto el testimonio y siento muchisima admiracion.

Les mando un fuerte abrazo, y si Dios lo permite y voy al DF les llevare
todas las fotos de puebla en un CD. Sobre todo porque roba camara un
chaparrito hermoso que me robo el corazón en Puebla, osea su niño.

Cuidense mucho, abrazos

Héctor M. García Caballero dijo...

Hola, Verónica, primero que nada nos alegra mucho que estés mejor de salud.

Muchas gracias por tenernos presentes y leer nuestra correspondencia. Nosotros también estamos pendientes de cualquier comunicación y agradecemos mucho tu respuesta.

Es un detalle muy hermoso que tengas las fotografías de nuestro chamaco, y ten la seguridad que será un gran regalo para nosotros. Puedes mandarlas también por correo, pero por supuesto tienes las puertas de esta casa abiertas para cualquier día que quieras viajar a Cuernavaca.

Y por cierto si encuentras entre esas fotos una donde Mariano luzca como buen niño y guapo, sonriente, quizá puedas regalárnosla para que sea la invitación de su cumpleaños cinco. En agosto partiremos el pastel, y cada año hemos tratado de escoger una buena foto y hacerla invitación.

Gracias por escribir y que todo vaya muy bien por allá. Estás en nuestras oraciones. Esperamos que pronto te recuperes completamente.

Ana, Mariano y Héctor García Caballero

ELSA dijo...

Hola Hector, soy Elsa, la persona que presento su segundo libro, como tu yo hace 19 años padezco esto que dicen llamarse ESCLEROSIS MULTIPLE, sos un ejemplo de vida, sos un ser que ama la vida, como yo, aunque a veces no podemos valernos por nosotros mismos,pero son los designios de Nuestro Señor y debemos aceptarlos.
te admiro, porque veo tantas garras en ti...no aflojes nunca, sigue para adelante, por ti y tu hermosa familia..yo estoy casada hace 33 años, tengo dos bellas hijas gabriela de 31 y fabiana de 26 años, somos una familia muy unida, aunque poquitos, pero nos amamos, eso hace que siga para adelante, y que las `piedras que hay en el camino, las haga a un lado...ya te contare mas de mi...FUERZA AMIGHO, QUE GANAREMOS LA BATALLA, el mundo es de los que seguimos luchando contra vientos y mareas...un beso grandote....
ELSA

Anónimo dijo...

Me ha encantado leer su testimonio.
Cómo podría ponerme en contacto con usted por correo electrónico? Yo también tengo EM diagnosticada desde
hace ocho meses, tengo 32 años y aunqeu me encuentro perfectamente, estoy muerta de miedo.
El neurólogo me dice que siempre podré hacer vida normal, pero después leo en internet y veo que la EM hace estragos la vida. Aunqeu no se pierden las ganas de vivir, y para ejemplo el suyo.
Gracias. Verónica

Héctor M. García Caballero dijo...

Verónica, muchas gracias por escribir un comentario. Mi cuenta de correo es drhectorgc@gmail.com, y me dará gusto establecer contacto.

Héctor